Quién es:
Árbol originario y emblemático de la cultura mediterránea. Es el que nos da nuestro buen aceite de oliva y nuestras deliciosas aceitunas.
Cómo es:
Árbol perennifolio muy longevo de hasta 10 m de altura, con tronco nudoso y retorcido y copa poco densa. Ramas grises con hojas lanceoladas y coriáceas, de bordes enteros, de color verde oscuro por el haz y color plateado brillante por el envés de entre 4 y 10 cms de largo. Flores dispuestas en pequeños racimos erectos, hermafroditas. El fruto es una drupa (la famosa aceituna), carnosa y muy oleosa, verde al principio, para tornarse a marrón-morada-negra cuando alcanza la madurez.
Qué le gusta:
Las situaciones soleadas y cálidas, aunque es capaz de adaptarse a otras exposiciones con relativa facilidad. Resiste el frío pero no las heladas intensas, que podrían dañar la flores y/o frutos. Resiste el viento y la contaminación, la sequía e incluso el escaso mantenimiento.
Qué odia:
El exceso de humedad y la falta de drenaje
En qué suelo le gusta vivir:
Se adapta muy bien a suelos pobres. Resiste los calcáreos
Y en el jardín:
Se utiliza sobre todo aislado, normalmente con portes grandes de muchos años, a modo de ejemplar. Se suelen usar para jardinería antiguos olivos usados para producción de aceituna.
Algo curioso:
Existen más de 300 variedades de olivos en España. Tanto la aceituna, como el aceite que se extrae de ella son muy apreciados y usados en la cocina mediterránea. También en la industria cosmética. La madera es valorada para ebanistería, combustible y carbón vegetal